La filosofía es un virus, una flor salvaje del caserón entre la niebla, calma con humo agradable. Hipnosis. Ave pintada de Marmoid, congelación del agua de colores, ligamaza en la parte superior de la cáscara de huevo, síncope y fusión del vapor de la mandarina, la satisfacción del caramelo y la chispa del enojo. Aclamación.
Mirada a lo alto, donde duermen las estrellas.
Tranquilo y afortunado martes ferroviario, imágenes del mar, una cápsula, una joya, el quemazón latente, arde la pintura de la flor del cielo, caja tranquila de Proust, próspero atardecer devorado por los bichos..
Segmento del trópico. El bosque somnoliento del paraíso, las cerezas derretidas en tu sexo y la seducción desnuda, esa zona tórrida, brillante. La ninfa de alquiler deslumbra cual visión violeta.
La mentira tiene largos dedos, otro sueño azul salvaje, despertaré para contarlo.
Enfoque de sus pechos grandes bajo la onda. Granos de paranoia, musgo negro, alma como huracán, naranjas amargas, vestido perfumado, perfil imaginado dentro de las chimeneas. Levantando arenales, cavando surcos de falsedades, simulando encuentros fingidos, montajes y despropósitos.
Ve, sonríe y espérame negra habitante de mis desdichas, descuidaré los detalles de este instante armórico, pálido hechizo, crepúsculo perfumado de tu pasado, por otras vidas, otros tópicos, otros virus.
Félix Menkar